Y sucedió que en [el tiempo de] la ofrenda del sacrificio [vespertino], se acercó el profeta Elías y dijo: SEÑOR, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, se sepa hoy que tú [ eres Dios en Israel, y yo soy tu siervo, y he hecho todas estas cosas por tu palabra.

Ver. 36. Que tú eres Dios en Israel. ] Las oraciones de los baalitas no eran más tediosas que las breves de Elías, pero más concisas que breves; encargando a Dios el cuidado de su pacto, de su verdad, de su gloria. Fue Elías el que habló en voz alta. ¡Oh, el fuerte clamor de la fe!

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