Tus manos no estaban atadas, ni tus pies con grilletes; como cae un hombre delante de los impíos, así caes tú. Y toda la gente volvió a llorar por él.

Ver. 34. Tus manos no estaban atadas. ] Como uno conquistado o condenado. Si no hubieras sido sorprendido y asesinado a traición, manibus pedibusque obnixe omnia fecisses, habrías hecho bien a tu grupo con el más valiente y habrías apoyado a Joab en una prueba de virilidad.

Así te sientes. ] Ante este malvado Joab. Y esta fue quizás la elegía designada para ser cantada en el funeral de Abner, para reproche de Joab, a quien David todavía no se atrevía a castigar de otra manera; pero que la postergara tanto tiempo, cuando tenía el poder en su mano, fue un descuido.

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