Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; pero no acercarás hoz a la mies de tu prójimo.

Ver. 25. Pero no moverás la hoz. ] Aquí Dios se reserva el derecho y la propiedad del dueño, que ningún hombre puede invadir o infringir.

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