Cuando entres en la mies de tu vecino, en el grano maduro, podrás arrancar espigas con tu mano, Mateo 12:1 ; Lucas 6: 1; pero no moverás la hoz, en el acto de la siega, a la mies de tu prójimo. Era un privilegio otorgado al viajero, al transeúnte, que podía sentir hambre, pero no debía ser abusado por vecinos avaros. En el caso de los cristianos, la ley del amor regula todos los asuntos de su vida, y ellos se someten con gusto a su guía.

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