Y conoció sus palacios desolados, y arrasó sus ciudades; y la tierra y su plenitud fueron asoladas por el estruendo de su rugido.

Ver. 7. Y conocía sus lugares desolados. ] Los había dejado desolados, y los había despojado de sus dueños legítimos, a quienes había devorado, y luego se apoderó de ellos para sí mismo. Algunos lo leen y lo traducen: Él conocía a sus viudas desoladas, es decir, primero mató a sus maridos y luego se acostó con las viudas: los hombres que devoró, las mujeres que desfloró. Tal obra hizo este príncipe malvado, hasta que Dios lo tomó en la mano; como hizo también los otros tres aquí se lamentaron, de los cuales se puede decir, como Plutarco hace de Galba, Otón y Vitelio, emperadores, que fueron como reyes en una tragedia, que no dura más que el tiempo en que están representados en el escenario.

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