Cuando terminó ese año, vinieron a él el segundo año y le dijeron: No ocultaremos a mi señor cómo se gasta nuestro dinero; también mi señor tiene nuestros rebaños de ganado; no debe dejar a los ojos de mi señor, sino nuestros cuerpos y nuestras tierras:

Ver. 18. No lo ocultaremos a mi señor. ] Confesamos también a Dios nuestra lamentable indigencia, y él nos proporcionará alimento y semilla. Diga con los eruditos Pomeran, Etiamsi non sum dignus, nihilo minus tamen sum indigens.

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