Entonces habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: El SEÑOR me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad todas las palabras que habéis oído.

Ver. 12. El Señor me envió a profetizar contra esta casa. En esta apología del profeta respondiendo así por sí mismo con espíritu heroico, cinco nobles virtudes, dignas de mártir, son bien observadas por un expositor: (1.) Su prudencia al alegar su misión divina; (2.) Su caridad al exhortar a sus enemigos a arrepentirse; (3.) Su humildad al decir: "He aquí, estoy en tu mano", etc. (4.) Su magnanimidad y libertad de expresión, al decirles que Dios vengaría su muerte; (5.) Su seguridad espiritual y su intrepidez ante la muerte por tan buena causa y con tan buena conciencia.

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