Jeremías solo suplica su propia vocación y el mandato de Dios; y así él discute la acusación absurda que ellos más imprudentemente presentaron contra él. No hay duda de que podría haber hablado en general, pero lo consideró lo suficiente como para incluir la sustancia de su defensa. Si hubiera hecho un largo discurso, el punto principal podría haber sido más oscuro. Ahora claramente da a conocer el estado de la cuestión en ambos lados. Los sacerdotes, por su propia autoridad, condenaron a Jeremías, porque redujo a nada [como pensaban] las promesas de Dios, porque había amenazado con destruir la ciudad y el templo; pero Jeremías, por otro lado, responde que no había declarado nada más que lo que Dios había ordenado. Había necesidad de pruebas, cuando los sacerdotes sostenían que Dios era inconsistente consigo mismo al denunciar la destrucción en esa ciudad, que se había comprometido a defender y proteger. Pero la confrontación de esto estaba lista, que Dios nunca se había comprometido con hipócritas y hombres impíos; no, toda la gloria de la ciudad y la majestad del Templo dependían de su adoración; Tampoco hay ninguna duda de que Jeremías había alegado estas cosas. Pero como era lo principal, estaba satisfecho con afirmar que había sido enviado por Dios.

Por lo tanto, indirectamente condenó sus jactancias vanas, que Dios estaba de su lado; pero él dice: "No vengo excepto por orden de Dios". Ahora, aunque declara breve y claramente que Dios lo envió, todavía se presenta listo para probarlo todo; y como ya dije, no hay duda de que él respondió y discutió esa frívola pregunta en la que tanto insistían los sacerdotes.

Es más digno de ser notado, que se dirigió tanto a los príncipes como a la gente; y así él insinuó que los sacerdotes y los profetas eran sordos y no dignos de ser hablados; porque era su determinación orgullosamente despreciar a Dios y continuar la guerra, como se decía, con sus siervos; porque, de lo contrario, sin duda se habría esforzado por restaurarlos a la seguridad. Pero cuando vio que habían cerrado la puerta contra sí mismos, los pasó. Esta es la razón por la que dice que habló con los príncipes y con la gente, pasando por aquellos en quienes debió haber trabajado en vano. Y seguramente cuando dijeron que él era digno de muerte, probaron con tal presunción que no serían enseñados por él; y también su crueldad les impedía ser enseñables. Pero el Profeta tenía en cuenta la fuente misma del mal, porque su objetivo era obstinadamente resistirse a Dios y a todos sus profetas.

Al decir que fue enviado a profetizar todo lo que habían escuchado, los hizo jueces, aunque no se dirigió a ellos junto con los príncipes; porque hemos visto que estos últimos estaban en el palacio del rey, y habían sido enviados para cuando se temía alguna conmoción. Pero no hay duda de que la dirección se repitió nuevamente. Jeremías los convirtió en jueces y árbitros, cuando dijo que no se retractaba de nada, pero que lo que habían escuchado, había declarado fielmente de acuerdo con el mandato de Dios. Sigue, -

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