Oíd, pues, la palabra del SEÑOR, oh mujeres, y acoja vuestro oído la palabra de su boca, y enseñad el llanto a vuestras hijas, y cada una a su prójimo el lamento.

Ver. 20. Sin embargo, mujeres, oíd la palabra del Señor. ] Porque las almas no tienen sexos, y es probable que ustedes tengan su parte tan profunda como cualquiera en la calamidad común. Ustedes también son más propensos a llorar que los hombres, y pueden hacer que sus hombres se sientan más afligidos por Dios que esas lamentaciones.

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