Continúa con el mismo tema, pero adopta otra figura. Luego cambia algo la comparación; porque les había ordenado antes que contrataran mujeres para emocionarse por el luto por las lágrimas ficticias, pero ahora se dirige a las mujeres en general; como si hubiera dicho que tal sería el duelo, que las lamentaciones contratadas no serían suficientes, porque la calamidad tocaría todos los corazones y que el lamento mercenario no sería real. Escuchen, dice, mujeres

Por qué se dirige a las mujeres puede explicarse de dos maneras: la suavidad de las mujeres las lleva más fácilmente a llorar; También puede haber aquí una condena indirecta de los hombres, que estaban sordos y tan endurecidos que ninguna amenaza los aterrorizaba. Pero la primera parece ser la razón más adecuada aquí, siempre que entendamos que el duelo real se opone al duelo reinante. Entonces Jeremías pasa de lo particular a lo general; es decir, después de haber hablado de mujeres contratadas, ahora incluye a todas las mujeres; porque la lamentación prevalecería en cada ciudad, y también en cada casa: escuchen, mujeres, la palabra de Jehová

Y agrega, y deja que tus oídos reciban la palabra de su boca. Él menciona, por un lado, la boca de Dios, y por otro, los oídos de las mujeres. Parece de hecho una redundancia, pero la repetición no es superflua. Si él hubiera dicho solamente: "Dejen que sus oídos escuchen la palabra de su boca", habría habido una redundancia; pero él solo habló antes de la palabra de Dios, y oíd; ahora agrega, la boca de Dios y los oídos de las mujeres. El Profeta sin duda tuvo la intención de reprender esa dureza que a menudo hemos notado. La palabra de Dios fue considerada de ningún momento; por eso dice, la boca de Dios: como si hubiera dicho: "Dios habla contigo de boca en boca: porque aunque emplea mi trabajo, todavía soy su instrumento; para que puedas descubrir fácilmente que no declaro nada presuntuosamente, sino que entrego fielmente lo que he recibido de él ". Por lo tanto, vemos cuán enfática es esta repetición, que a primera vista puede parecer superflua. El mismo énfasis pertenece a los oídos de las mujeres; es como si hubiera dicho que hasta ahora habían sido extremadamente indiferentes, y que era hora de que sus oídos estuvieran atentos.

Él agrega, y enseña a tus hijas; como si hubiera dicho, que tal sería el llanto, que llegaría no solo a las viejas y las de mediana edad, sino incluso a las jóvenes, aún groseras e ignorantes. Y que cada uno, dice, le enseñe a su vecino lamentación. En resumen, el significado es que ninguna mujer, vieja o joven, estaría exenta de este duelo, ya que todos estarían implicados en un dolor común; porque el juicio de Dios alcanzaría cada edad, sexo y orden de los hombres, y también penetraría en cada casa.

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