Animales del campo, no temáis; porque los pastos del desierto brotan, porque el árbol da su fruto, la higuera y la vid dan su fuerza.

Ver. 22. No temáis, bestias del campo ] qd No tendréis motivo para temer por el futuro: aunque hasta ahora habéis sufrido penurias, Joel 1:18 . Las bestias y los pájaros hacen in diem vivere para vivir el día (como dice Quintiliano de ellos), y no se preocupan más que por el sustento presente. Pero por una personificación (como antes de la tierra, así aquí) las bestias que labran que está prohibido temer quieren; porque Dios, la gran ama de llaves del mundo, les proporcionará su carne a su tiempo, Salmo 104:27,28 , y varias carnes de acuerdo con sus diversos apetitos.

El oirá el cielo, el cielo oirá la tierra, la tierra dará toda clase de frutos, tanto naturales como hierbas del campo y hierba del desierto, como sembrados y plantados, como vino, aceite, higos. ; de modo que ni el hombre ni la bestia querrán algo ad esum, vel ad usum, para comer o usar, sino tener en abundancia sin penuria, etc. Se dirá de Judea, como dice Solinus de España: En Hispania nihil infructuosum, nihil sterile, que no hay infructuosidad en ninguna parte de ella; o, como se dice de Campania, en Italia, que es la tierra más fructífera que hay en el universo.

La higuera y la vid ] Que antes había sido descortezada y consumida, Joel 1:7 ; Joel 1:12 ,

dan su fuerza ] es decir, sus mejores frutos; lo cual no podrían hacer sin Dios, en quien, por tanto, el profeta Oseas correctamente resuelve la genealogía del grano, el vino, el aceite, etc., Oseas 2:22 . No ocurre lo contrario con nosotros en lo espiritual. Porque aunque tenemos gracia, no podemos producir esa gracia para actuar sin una nueva gracia; como árboles, aunque sean aptos para dar frutos, sin embargo, sin la influencia de los cielos, no pueden producir esa aptitud en frutos. Nolentem praevenit Deus ut velit: volentem subsequitur, ne frustra velit (Aug. Enchir . Cap . 32).

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