Porque el SEÑOR había de endurecer sus corazones, para que vinieran contra Israel en la batalla, para destruirlos por completo, [y] para que no tuvieran favor, sino para destruirlos, como el SEÑOR había mandado a Moisés.

Ver. 20. Porque era del Señor. ] Castigándolos con dureza judicial, que antes estaban endurecidos por el engaño del pecado y la malicia de Satanás.

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