Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.

Ver. 36. Que toda palabra ociosa, etc. ] Las palabras ociosas y inútiles deben tenerse en cuenta; ¿Qué, pues, malvado y perverso? Por tanto, "te entristezcan tus propias palabras", como dice David en alguna parte, tus discursos frívolos e infructuosos; porque entre mil talentos de comunicación común (dice Cassiodore), un hombre apenas puede encontrar cien peniques en discursos espirituales, imo nec decem quidem obolos, no, no diez y medio peniques en verdad.

Puede observarse, dice otro, que cuando los hombres entran en compañía ociosa (que, quizás, no les agrada), el mismo cumplido de la disertación extrae el hablar ocioso, si no malvado, para llenar el tiempo. Platón y Jenofonte pensaron que era conveniente y provechoso que se escribieran los discursos de los hombres en las comidas y reuniones similares. Y si los cristianos lo hicieran, ¿qué tipo de libros serían?

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