Al necio no le agrada la inteligencia, sino que su corazón se descubra a sí mismo.

Ver. 2. Al necio no le agrada la inteligencia, sino que su corazón se descubra a sí mismo. ] O, en descubrir su propio corazón, es decir, en seguir su propio humor, en contra de todo lo que pueda decirse en sentido contrario. Es voluntarioso y, por tanto, permanece como una estaca en medio de un arroyo; Deja que todos pasen junto a él, pero él está donde estaba. Es más fácil lidiar con las razones de veinte hombres que con la voluntad de un solo hombre.

Si ha llegado a su conclusión, puedes quitar una piedra tan pronto como él. Quicquid vult valde vult, quicquid vult sanctum est. Su voluntad es su regla, y cuando un hombre ha dicho y hecho todo lo posible para convencerlo por la fuerza de la razón, lo encontrará como un caballo de molino, justo allí en la noche donde él comenzó su circuito matutino. Algunos piensan que Salomón aquí grava, no tanto la obstinación, como la vana gloria y ostentación de los necios cariñosos, que parecen deleitarse en la sabiduría; pero es sólo por un nombre, y para que, poniendo sus buenas partes al sol, se ganen el aplauso y la admiración del mundo, por hombres singularmente calificados.

Pero, ¿por qué habría de influir en las vanas alabanzas de los hombres y no contentarse con el euge de una buena conciencia? La Santísima Virgen se angustió, cuando fue verdaderamente alabada por un ángel. Moisés tenía más gloria por su velo que por su rostro. Cristo, al lado del velo de su humanidad, dice: "Mira, no lo digas a nadie", etc.

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