Por el deseo, el hombre, habiéndose apartado a sí mismo, busca [y] se entromete con toda sabiduría.

Ver. 1. Por el deseo un hombre se ha separado a sí mismo, etc. ] Aquí la lectura que está al margen, me parece, es la mejor: "El que se separa a sí mismo" - ya sea de su amigo, como el viejo intérprete tiene el sentido, o de cualquier otra cosa que haya seguido antes - "busca según su El deseo "- busca satisfacer la lujuria de su propio corazón, y abarcar lo que codicia -" y se entromete en todos los negocios "- se agita muy afanosamente en todo lo que se hace, y no deja piedra sin enrollar, ningún curso sin intentar, mediante el cual pueda efectuar su diseño, y salir con su crédito.

La práctica de esto podemos observar en los fariseos, esos viejos separatistas, que calumniaron todo lo que hizo nuestro Salvador; y en su malicia pertinaz, no se fueron hasta que lo mataron por engañar al pueblo. Entonces los donatistas se separaron y afirmaron que no había iglesias verdaderas sino la de ellos. También estaban divididos entre sí, en minutula frustula, en pequeñas congregaciones chupadoras, como dice Agustín, cuyos argumentos no pudiendo refutar, le reprochaban su vida anterior, cuando era maniqueo.

De la misma manera trataron los anabautistas con Lutero, a quien consideraban más pestífero que el Papa. Muncer escribió un libro en su contra, dedicándolo al ilustre Príncipe Cristo, y se burla de él, como alguien que deseaba el espíritu de revelación y saboreaba solo las cosas de la carne. a Nuestros separatistas, los mejores de ellos, han dicho que las diferencias son tan pequeñas entre ellos y nosotros, que por necesidad pueden venir a nuestras iglesias, participar de los sacramentos y tener comunión con nosotros como iglesias de Cristo. .

b Pero si es así, ¿cómo se atreven entonces a separarse e intervenir en todos los asuntos, para que puedan tener alguna pretensión amplia para ello? Los turcos se maravillan del inglés por cortarse o recoger su ropa, considerándolos poco más que locos para hacer agujeros en toda la tela, que el tiempo en sí mismo rompería demasiado pronto. Los hombres pueden hacer pro libitu - como algunos expresan "por deseo" en este texto - como lo harán con los suyos propios; pero ¡ay de aquellos que cortan y rasgan la túnica sin costuras de Cristo con separaciones sin causa!

un Scultet. Annal., Ii. 38.

b Apologet. Narrat., Pág. 6.

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