Pesada es la piedra y pesada la arena; pero la ira del necio es más pesada que ambos.

Ver. 3. Pero la ira del necio es más pesada que ambos.] Él mismo no puede gobernarlo ni reprimirlo, pero que a veces muere de mal humor, como lo hizo el necio de Nabal. Mucho menos pueden otros soportarlo sin problemas y sin remordimientos, especialmente cuando están tan malhumorados y pasados ​​de gracia como para enojarse con aquellos que no lo aprueban, no aplauden su locura. ¡Qué enojado estaba Nabucodonosor, cuánto más ardiente estaba su corazón que su horno contra esos tres dignos, por negarse a caer ante sus fauces de oro! Cuán insufrible fue la ira de Herodes en la masacre de Belén, y los perseguidores primitivos durante las dos primeras edades después de Cristo, que yo no bajé. Mira mi lugar común de ira.

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