Arena pesada.

El peso de la arena

Por tonto, este libro significa, no tanto la debilidad intelectual como la oblicuidad moral y religiosa, que son las cosas más estúpidas de las que un hombre puede ser culpable. El hacedor de refranes compara dos cosas pesadas, piedras y arena, y dice que son plumas en comparación con el peso de plomo de la ira de tal hombre. Quiero hacer una parábola del texto. ¿Qué es más ligero que un grano de arena? ¿Qué pesa más que una bolsa llena? La acumulación de cosas ligeras es abrumadoramente pesada. ¿Hay algo así en nuestras vidas?

I. Esto nos recuerda la importancia suprema de las nimiedades. Las pequeñas cosas hacen la vida, y si son pequeñas, entonces lo es. Somos malos jueces de lo grande o lo pequeño. Tenemos una estimación muy vulgar del ruido, la notoriedad y el tamaño. Creemos que las cosas tranquilas son las pequeñas. Las acciones más triviales tienen la habilidad de conducir a grandes resultados, más allá de lo esperado. Estas acciones triviales crean carácter. Los hombres no están hechos por crisis. Las crisis revelan lo que nosotros mismos hemos hecho por bagatelas. Nos formamos a nosotros mismos por la forma en que hacemos las cosas pequeñas.

II. El peso abrumador de los pequeños pecados. La presión acumulada sobre un hombre de una multitud de faltas y transgresiones perfectamente triviales constituye un tremendo agregado que pesa sobre él. Las palabras "grande" y "pequeño" no deben aplicarse en referencia a cosas sobre las cuales "correcto" e "incorrecto" son las palabras adecuadas para emplear. Los actos hacen delitos, pero los motivos hacen pecados. Hablar de magnitud, con respecto a los pecados, es más bien introducir una consideración irrelevante.

Los pecados pequeños, por su abundancia, tienen un poder acumulativo terrible; una tremenda capacidad de reproducción. Todas nuestras malas acciones tienen una extraña afinidad entre sí. Ir mal en una dirección conduce a toda una serie de transgresiones consecuentes de un tipo u otro. Cada pecado nos hace más accesibles a los ataques de todos los demás. Si nos entregamos a pequeños actos de transgresión, tenga la certeza de que pasaremos de ellos a otros mucho mayores. Un abrumador peso de culpa resulta de la acumulación de pequeños pecados.

III. Cuestiones sencillas y prácticas de estos pensamientos.

1. La absoluta necesidad de una vigilancia completa y siempre despierta de nosotros mismos.

2. Este pensamiento puede acabar con nuestra estimación fácil y autocomplaciente de nosotros mismos.

3. ¿No deberíamos volvernos con corazones humildes a Aquel que es el único que puede librarnos del hábito y el poder de estas faltas acumuladas, y que es el único que puede quitarnos la carga de la culpa y la responsabilidad de nuestros hombros? ( A. Maclaren, DD .)

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