Que ninguno de los que esperan en ti se avergüence; sean avergonzados los que sin causa se rebelan.

Ver. 3. Sí, que ninguno de los que esperan en ti se avergüence ]. Sé sordo y tonto con mis desilusiones, como seguramente lo serán si soy rechazado por ti y derrotado por mis enemigos; Todo tu pueblo que ora lo tendrá fundido en sus dientes y puesto en su plato.

Sean avergonzados los que transgreden sin causa ]. Que la vergüenza sea enviada al dueño legítimo, incluso a los que actúan deslealmente, sin provocación de mi parte. Y así fue; porque Ahitofel se ahorcó; Absalón fue atado por la mano de Dios y enviado por Joab; la gente que conspiró con él murió en parte a espada y en parte huyó a casa, muy avergonzada de su empresa. ¡Oh, el poder de la oración! ¡Qué no pueden tener los santos por pedir!

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