Pero yo soy pobre y menesteroso; [aún] el Señor piensa en mí: tú [eres] mi ayuda y mi libertador; no te demores, Dios mío.

Ver. 17. Pero soy pobre y necesitado ] Un mendigo descarnado, ni esconderé de mi Señor (como le dijeron una vez los hermanos de José, cuando vinieron por el maíz) mi extrema indigencia, mi condición de necesidad; Soy uno que me gana la vida mendigando.

Sin embargo, el Señor piensa en mí ] Él es el Rey del pobre, como se ha dicho; y Cristo es cum Patre dator, inter nos petitor, como lo tiene Agustín; es decir, da con el Padre, y al mismo tiempo reza con el pretendiente, que por tanto debe necesitar rapidez.

Tú eres mi ayuda y mi libertador; no te detengas . Líbrame pronto, no sea que perezca del todo. Dios, dice uno, se aflige a veces con demasiada ayuda, pero nunca con muy poca; a veces llegamos demasiado pronto, pero él nunca es demasiado tarde.

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