Una enfermedad maligna, [dicen], se adhiere a él; y [ahora] que duerme, no se levantará más.

Ver. 8. Una enfermedad maligna, dicen, se adhiere a él ] Heb. Le ha sobrevenido una cosa de Belial, una venganza; Dios, por su vil ofensa, lo ha entregado al diablo para ser atormentado por una enfermedad pestilente, que seguramente acabará con él, Omnes impietates quas perpetravit (R. Solom.). Así Genebrard (ese perro rabioso), en el cuarto libro de su Cronología, 1563 d.C., contando las diversas enfermedades por las que murió Calvino, todas las cuales se sabía que eran falsas, agrega: An Herodes terribilius animam Satanae reddiderit, equidem nescio, Ya sea Herodes entregó su alma al diablo de una manera más horrible, no lo sé.

Con la poca caridad que dijo Evagrio de Justiniano, el gran legislador, ad supplicia iusto Dei iudicio apud iuferos luenda profectus est, se fue a los tormentos del infierno, cuando murió por el justo juicio de Dios. Y Luther de OEolampadius, Se credere (OEcolampadium ignitis Satanae telis et hastis confossum subitanea morte periisse (Lib de Missa privata, AD 1533) -. ? Tantaene animis caelestibus irae Esta falsa presunción está suficientemente refutada por la historia de su vida y el conjunto de la muerte etc. por Simón Grynaeus, como también lo es el de Calvino, por su Vida escrita por Beza, y otros.

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