Mi carne y mi corazón desfallecen: [pero] Dios [es] la fortaleza de mi corazón, y mi porción para siempre.

Ver. 26. Me desfallece mi carne, y desfallece mi corazón ] Algunos piensan que el salmista, por la egresión del afecto hacia Dios, habiendo gastado y exhalado su espíritu, cayó en un desmayo; del cual se recobró de nuevo con el gozo del Señor, que fue su fuerza, la roca de su corazón. El griego dice: El Dios de mi corazón.

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