26-33 Los ejercicios religiosos en las asambleas públicas deben tener este objetivo; que todo se haga para la edificación. En cuanto a hablar en una lengua desconocida, si estuviera presente otro que pudiera interpretar, podrían ejercerse dos dones milagrosos a la vez, y así la iglesia sería edificada, y la fe de los oyentes sería confirmada al mismo tiempo. En cuanto a la profecía, sólo deben hablar dos o tres en una reunión, y esto uno tras otro, no todos a la vez. El hombre inspirado por el Espíritu de Dios observará el orden y la decencia al pronunciar sus revelaciones. Dios nunca enseña a los hombres a descuidar sus deberes, ni a actuar de manera impropia de su edad o posición.

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