1-13 La reina de Saba vino a Salomón para escuchar su sabiduría, y así mejorar la suya. Nuestro Salvador menciona sus preguntas a Dios, por parte de Salomón, que muestran la estupidez de aquellos que no preguntan por Dios, por nuestro Señor Jesucristo. Al esperar y orar, al buscar diligentemente las Escrituras, al consultar a cristianos sabios y experimentados, y al practicar lo que hemos aprendido, seremos liberados de las dificultades. La sabiduría de Salomón causó más impresión en la reina de Saba que toda su prosperidad y grandeza. Hay una excelencia espiritual en las cosas celestiales y en los cristianos consistentes, a la que ningún informe puede hacer justicia. Aquí la verdad excedió; y todos los que, por gracia, son traídos a la comunión con Dios, dirán que a la mitad no se les habló de los placeres y las ventajas de los caminos de la sabiduría. Los santos glorificados, mucho más, dirán del cielo, que no se les dijo la milésima parte, 1 Corintios 2:9. Ella los pronunció felices porque constantemente asistían a Salomón. Con mucha más razón, digamos de los siervos de Cristo, Bienaventurados los que habitan en su casa; ellos aún lo alabarán. Ella le hizo un noble regalo a Salomón. Lo que le presentamos a Cristo, él no necesita, pero nos pedirá que lo hagamos para expresar nuestra gratitud. El creyente que ha estado con Jesús volverá a su puesto, cumplirá sus deberes con prontitud y por motivos mejores; esperando el día en que, estando ausente del cuerpo, estará presente con el Señor.

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