5-15 El sueño de Salomón no era común. Mientras sus poderes corporales estaban encerrados en el sueño, los poderes de su alma se fortalecieron; fue capacitado para recibir la visión Divina y tomar una decisión adecuada. Dios, de la misma manera, nos prepara para ser felices, asegurándonos que tendremos lo que necesitamos y rezaremos. Salomón tomó esa decisión cuando estaba dormido, y los poderes de la razón menos activos, mostraron que venía de la gracia de Dios. Teniendo un sentido humilde de sus propios deseos y debilidades, suplica: Señor, no soy más que un niño pequeño. Cuanto más sabios y considerados son los hombres, mejor conocen su propia debilidad y más celosos de sí mismos. Salomón le ruega a Dios que le dé sabiduría. Debemos orar por ello, Santiago 1:5, para que pueda ayudarnos en nuestro llamado particular y en las diversas ocasiones que tenemos. Aquellos son aceptados por Dios, quienes prefieren las bendiciones espirituales al bien terrenal. Era una oración prevaleciente, y prevaleció por más de lo que pidió. Dios le dio sabiduría, como ningún otro príncipe fue bendecido; y también le dio riquezas y honor. Si nos aseguramos de la sabiduría y la gracia, esto traerá prosperidad externa con ellos, o endulzará la falta de ella. La forma de obtener bendiciones espirituales es luchar con Dios en oración por ellos. La forma de obtener bendiciones terrenales es referirnos a Dios con respecto a ellas. Salomón le ha dado la sabiduría, porque él lo pidió, y la riqueza, porque no lo hizo.

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