12-17 Los triunfos de un creyente son todos en Cristo. Para él sean la alabanza y la gloria de todos, mientras que el éxito del evangelio es un buen motivo de alegría y regocijo para el cristiano. En los antiguos triunfos se usaban abundantes perfumes y olores dulces; así el nombre y la salvación de Jesús, como ungüento derramado, era un dulce aroma difundido en todo lugar. Para algunos, el evangelio es un olor de muerte hasta la muerte. Lo rechazan para su ruina. Para otros, el evangelio es un olor de vida para vida: así como los vivificó al principio cuando estaban muertos en delitos y pecados, así los hace más vivos, y terminará en la vida eterna. Observad las terribles impresiones que este asunto causó en el apóstol, y que también debería causar en nosotros. La obra es grande, y de nosotros mismos no tenemos ninguna fuerza; toda nuestra suficiencia es de Dios. Pero lo que hacemos en la religión, a menos que se haga con sinceridad, como a la vista de Dios, no es de Dios, no viene de él, y no llegará a él. Que nos vigilemos cuidadosamente en este asunto; y busquemos el testimonio de nuestras conciencias, bajo la enseñanza del Espíritu Santo, de que como de sinceridad, así hablamos en Cristo y de Cristo.

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