5-11 El apóstol desea que reciban de nuevo en su comunión a la persona que había obrado mal, pues era consciente de su falta y estaba muy afligido por su castigo. Incluso el dolor por el pecado no debe incapacitar para otros deberes, y llevar a la desesperación. No sólo existía el peligro de que Satanás obtuviera ventaja, tentando al penitente a tener pensamientos duros de Dios y de la religión, y llevándolo así a la desesperación; sino también contra las iglesias y los ministros de Cristo, haciendo que los cristianos fueran mal vistos por ser implacables, creando así divisiones y obstaculizando el éxito del ministerio. En esto, como en otras cosas, debe usarse la sabiduría, para que no se culpe al ministerio de consentir el pecado por una parte, o de ser demasiado severo con los pecadores por otra. Satanás tiene muchos planes para engañar, y sabe hacer un mal uso de nuestros errores.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad