1-4 El apóstol deseaba tener un encuentro alegre con ellos; y les había escrito confiando en que harían lo que era para su beneficio y su consuelo; y que, por lo tanto, se alegrarían de quitarle toda causa de inquietud. Siempre debemos dar el castigo de buena gana, incluso cuando el deber exige que se dé.

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