1-5 Cuando queremos que otros hagan el bien, debemos actuar con ellos con prudencia y ternura, y darles tiempo. Los cristianos deben considerar lo que es para el crédito de su profesión, y esforzarse por adornar la doctrina de Dios su Salvador en todas las cosas. El deber de ministrar a los santos es tan claro, que parecería no haber necesidad de exhortar a los cristianos a ello; sin embargo, el amor propio contiende tan poderosamente contra el amor de Cristo, que a menudo es necesario estimular sus mentes por medio de un recuerdo.

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