13-23 David decidió abandonar Jerusalén. Tomó esta resolución, como un penitente sometiéndose a la vara. Ante Absalón injusto podía justificarse y destacarse; pero ante el Dios justo debe condenarse a sí mismo y ceder a sus juicios. Así acepta el castigo de su pecado. Y los hombres buenos, cuando ellos mismos sufren, están ansiosos de que otros no sean llevados a sufrir con ellos. Él no obligó a ninguno; aquellos cuyos corazones estaban con Absalón, a Absalón los dejaron ir, y así será su destino. Así, Cristo no recluta más que seguidores dispuestos. David no puede soportar pensar que Ittai, un extraño y un exiliado, un prosélito y un nuevo converso, que deberían ser alentados y facilitados, deberían enfrentar un uso duro. Pero tal valor tiene Ittai para la sabiduría y bondad de David, que no lo dejará. Es un amigo que ama en todo momento y se adherirá a nosotros en la adversidad. Unámonos al Hijo de David, con pleno propósito de corazón, y ni la vida ni la muerte nos separarán de su amor.

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