18-26 Nuestros corazones son muy lentos para dejar sus expectativas de grandes cosas de la criatura; pero Salomón llegó a esto extensamente. El mundo es un valle de lágrimas, incluso para aquellos que tienen mucho de él. Vean qué tontos son, que se hacen pesados ​​para el mundo, lo que le da al hombre nada mejor que la subsistencia para el cuerpo. Y lo máximo que puede lograr a este respecto es permitirse un uso sobrio y alegre de acuerdo con su rango y condición. Pero debemos disfrutar del bien en nuestro trabajo; debemos usar esas cosas para hacernos diligentes y alegres en los negocios mundanos. Y este es el regalo de Dios. Las riquezas son una bendición o una maldición para un hombre, según tenga o no un corazón para hacer un buen uso de ellas. A aquellos que son aceptados por el Señor, les da gozo y satisfacción en el conocimiento y amor de él. Pero para el pecador él asigna trabajo, tristeza, vanidad y disgusto al buscar una porción mundana, que luego llega a mejores manos. Que el pecador considere seriamente su último fin. Buscar una porción duradera en el amor de Cristo y las bendiciones que otorga, es el único camino para el disfrute verdadero y satisfactorio, incluso de este mundo actual.

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