20-33 Aquí se promete que deberían ser guiados y mantenidos en su camino a través del desierto a la tierra prometida. He aquí, envío un ángel delante de ti, mi ángel. El precepto unido a esta promesa es que sean obedientes a este ángel a quien Dios enviaría ante ellos. Cristo es el ángel de Jehová; esto es claramente enseñado por San Pablo, 1 Corintios 10:9. Deberían tener un asentamiento cómodo en la tierra de Canaán. Cuán razonables son las condiciones de esta promesa; que deberían servir al único Dios verdadero; no los dioses de las naciones, que no son dioses en absoluto. ¡Cuán ricos son los detalles de esta promesa! La comodidad de su comida, la continuidad de su salud, el aumento de su riqueza, la prolongación de sus vidas hasta la vejez. Así tiene la piedad la promesa de la vida que ahora es. Se promete que deben someter a sus enemigos. Las huestes de avispones dieron paso a las huestes de Israel; Dios puede usar esas criaturas tan malas para castigar a los enemigos de su pueblo. Con verdadera amabilidad hacia la iglesia, sus enemigos son sometidos poco a poco; así nos mantenemos en guardia y en continua dependencia de Dios. Las corrupciones son expulsadas de los corazones del pueblo de Dios, no todas a la vez, sino de a poco. El precepto con esta promesa es que no deben hacer amistad con los idólatras. Aquellos que se alejarían de los malos cursos, deben evitar la mala compañía. Es peligroso vivir en un barrio malo; los pecados de otros serán nuestras trampas. Nuestro mayor peligro es de aquellos que nos harían pecar contra Dios.

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