1-10 El altar del incienso representaba al Hijo de Dios en su naturaleza humana, y el incienso quemado en él simbolizaba su intercesión por su pueblo. La intercesión continua de Cristo se representaba mediante la quema diaria de incienso en él, por la mañana y por la tarde. Una vez al año, se debía aplicar la sangre de la expiación en él, lo que denotaba que la intercesión de Cristo obtiene toda su virtud de sus sufrimientos en la tierra, y que no necesitamos otro sacrificio ni otro intercesor sino solo a Cristo.

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