10-13 La fe de Moisés era tan débil que apenas podía mantenerse en su trabajo. La obediencia pronta siempre está de acuerdo con la fuerza de nuestra fe. Aunque nuestras debilidades deben humillarnos, no deben desanimarnos para hacer lo mejor que podamos en cualquier servicio que tengamos que hacer para Dios. Cuando Moisés repite sus argumentos frustrados, ya no se discute con él, sino que Dios le da una orden tanto a los hijos de Israel como a Faraón. La autoridad de Dios es suficiente para responder a todas las objeciones y obliga a todos a obedecer, sin murmurar ni disputar, Filipenses 2:14.

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