8-12 Cuando los argumentos y las persuasiones solo endurecen a los hombres en incredulidad y blasfemia, debemos separarnos a nosotros mismos y a los demás de una compañía tan impía. A Dios le complació confirmar la enseñanza de estos santos hombres de antaño, que si sus oyentes no les creían, podrían creer las obras.

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