5-10 No hay Dios aparte de Jehová. No se hace nada sin él. Él hace las paces, puesto aquí para siempre; y crea el mal, no el mal del pecado, sino el mal del castigo. Él es el autor de todo lo que es verdadero, santo, bueno o feliz; y el mal, el error y la miseria, vinieron al mundo con su permiso, a través de la apostata voluntaria de sus criaturas, pero son restringidos y anulados para su justo propósito. Esta doctrina se aplica, para la comodidad de aquellos que anhelaban fervientemente, pero en silencio esperaban, la redención de Israel. La redención de los pecadores por el Hijo de Dios, y el derramamiento del Espíritu, para dar éxito al evangelio, están principalmente destinados aquí. No debemos esperar la salvación sin justicia; juntos los creó el Señor. Que los opresores no se opongan a los designios de Dios para su pueblo. No dejes que los pobres oprimidos murmuren, como si Dios los tratara cruelmente. Los hombres no son más que ollas de barro; son vasijas rotas, y están muy hechas por contiendas mutuas. Luchar con Él es tan insensato como que la arcilla encuentre fallas en el alfarero. Convirtamos las promesas de Dios en oraciones, suplicándole que la salvación pueda abundar entre nosotros, y descansemos seguros de que el Juez de toda la tierra hará lo correcto.

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