1-4 Ciro se llama el ungido de Dios; fue diseñado y calificado para su gran servicio por el consejo de Dios. Las puertas de Babilonia que conducían al río se dejaron abiertas la noche en que Ciro marchó a su ejército al canal vacío. El Señor fue delante de él, dando entrada a las ciudades que asedió. Le dio también tesoros, que habían estado escondidos en lugares secretos. El verdadero Dios era para Ciro un Dios desconocido; sin embargo, Dios lo conoció; lo llamó por su nombre. El cumplimiento exacto de esto debe haber demostrado a Ciro que Jehová era el único Dios verdadero, y que fue por el bien de Israel que prosperó. En todos los cambios de estados y reinos, Dios obra el bien de su iglesia.

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