5-11 El que confía en el hombre, será como el brezo en un desierto, un árbol desnudo, un arbusto triste, producto de tierra estéril, inútil e inútil. Aquellos que confían en su propia justicia y fortaleza, y piensan que pueden prescindir de Cristo, hacer de la carne su brazo, y sus almas no pueden prosperar en gracias o comodidades. Los que hacen de Dios su esperanza, florecerán como un árbol siempre verde, cuya hoja no se marchita. Se fijarán en paz y satisfacción mental; No estarán ansiosos en un año de sequía. Aquellos que hacen de Dios su esperanza, tienen suficiente en él para compensar la falta de todas las comodidades. No dejarán de dar fruto en santidad y buenas obras. El corazón, la conciencia del hombre, en su estado corrupto y caído, es engañoso sobre todas las cosas. Llama al mal bien, y al bien mal; y clama paz a aquellos a quienes no pertenece. Aquí el corazón es desesperadamente malvado; Es mortal, está desesperado. El caso es realmente malo, si la conciencia, que debería corregir los errores de otras facultades, es líder en el engaño. No podemos conocer nuestros propios corazones, ni lo que harán en una hora de tentación. ¿Quién puede entender sus errores? Mucho menos podemos conocer los corazones de los demás, o depender de ellos. El que cree en el testimonio de Dios en este asunto y aprende a mirar su propio corazón, encontrará que esta es una imagen correcta, aunque triste, y aprende muchas lecciones para dirigir su conducta. Pero mucho en nuestros propios corazones y en los corazones de los demás, seguirá siendo desconocido. Sin embargo, cualquier maldad que haya en el corazón, Dios la ve. Los hombres pueden ser impuestos, pero Dios no puede ser engañado. El que obtiene riquezas, y no por derecho, aunque pueda hacerlas su esperanza, nunca tendrá alegría de ellas. Esto muestra qué molestia es para un hombre mundano al morir, que debe dejar atrás sus riquezas; pero aunque la riqueza no seguirá a otro mundo, la culpa sí y el tormento eterno. El hombre rico se esfuerza por obtener una propiedad, y se sienta melancólico sobre ella, pero nunca tiene ninguna satisfacción en ella; por cursos pecaminosos no llega a nada. Seamos sabios a tiempo; lo que obtenemos, hágalo honestamente; y lo que tenemos, úselo caritativamente, para que seamos sabios por la eternidad.

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