3,4 Un corazón no humillado es como tierra sin tierra. Es un terreno que puede mejorarse; es nuestra tierra que se nos deja salir; pero está en barbecho; Está sobrecrecido con espinas y malezas, el producto natural del corazón corrupto. Pidamos al Señor que cree en nosotros un corazón limpio y que renueve un espíritu recto dentro de nosotros; porque, salvo que un hombre nazca de nuevo, no puede entrar en el reino de los cielos.

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