31-35 Cristo había sido glorificado en muchos milagros que realizó, pero habla de que ahora es glorificado en sus sufrimientos, como si eso fuera más que todas sus otras glorias en su estado humillado. De este modo se satisfizo el mal hecho a Dios por el pecado del hombre. Ahora no podemos seguir a nuestro Señor a su felicidad celestial, pero si creemos verdaderamente en él, le seguiremos más adelante; mientras tanto, debemos esperar su tiempo y hacer su obra. Antes de que Cristo dejara a los discípulos, les daría un nuevo mandamiento. Debían amarse los unos a los otros por amor a Cristo, y según su ejemplo, buscando lo que pudiera beneficiar a los demás, y promoviendo la causa del Evangelio, como un solo cuerpo, animado por una sola alma. Pero este mandamiento sigue pareciendo nuevo a muchos profesantes. Los hombres, en general, se fijan más en cualquiera de las palabras de Cristo que en éstas. De ello se desprende que si los seguidores de Cristo no muestran amor entre sí, dan motivo para sospechar de su sinceridad.

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