36-38 Lo que Cristo había dicho sobre el amor fraternal, Pedro lo pasó por alto, pero habló de aquello que Cristo les mantuvo en la oscuridad. Es común estar más ansioso de saber acerca de las cosas secretas, que sólo pertenecen a Dios, que de las cosas reveladas, que nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos; estar más deseoso de que se gratifique nuestra curiosidad, que de que se dirija nuestra conciencia; de saber lo que se hace en el cielo, que lo que podemos hacer para llegar allí. Cuán pronto se deja de hablar de lo que es claro y edificante, mientras que una disputa dudosa se prolonga en una interminable lucha de palabras. Solemos tomar a mal que nos digan que no podemos hacer esto y lo otro, mientras que sin Cristo no podemos hacer nada. Cristo nos conoce mejor que nosotros mismos, y tiene muchas maneras de descubrir a aquellos a quienes ama, y les ocultará el orgullo. Que nos esforcemos por mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, por amarnos unos a otros con un corazón puro y por caminar humildemente con nuestro Dios.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad