13-20 Nada madura más a un pueblo para la ruina, ni llena la medida más rápido, que los pecados de sacerdotes y profetas. El rey mismo no puede escapar, porque la venganza divina lo persigue. Nuestro Rey ungido solo es la vida de nuestras almas; podemos vivir a salvo bajo su sombra y regocijarnos en Él en medio de nuestros enemigos, porque Él es el Dios verdadero y la vida eterna.

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