1-12 Una firme creencia en la doctrina de la providencia universal de Dios, y en su alcance, nos satisfaría cuando estamos en peligro, y nos animaría a confiar en Dios en el camino del deber. La providencia se ocupa de las criaturas más insignificantes, incluso de los gorriones, y por tanto de los intereses más pequeños de los discípulos de Cristo. Los que confiesan a Cristo ahora, serán poseídos por él en el gran día, ante los ángeles de Dios. Para disuadirnos de negar a Cristo y abandonar sus verdades y caminos, se nos asegura aquí que los que niegan a Cristo, aunque salven así la vida misma, y aunque ganen un reino con ello, serán grandes perdedores al final; porque Cristo no los conocerá, no los reconocerá, ni les mostrará su favor. Pero que ningún reincidente tembloroso y penitente dude de obtener el perdón. Esto es muy diferente de la decidida enemistad que es la blasfemia contra el Espíritu Santo, que nunca será perdonada, porque nunca se arrepentirá.

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