35-41 Cristo estaba dormido en la tormenta, para probar la fe de sus discípulos y estimularlos a orar. Su fe parecía débil, y sus oraciones fuertes. Cuando nuestros corazones perversos son como el mar agitado que no puede descansar, cuando nuestras pasiones son revoltosas, creamos oír la ley de Cristo, que dice: Callad, enmudeced. Cuando afuera hay peleas, y adentro hay temores, y los espíritus están alborotados, si él dice: "Paz, enmudece", al instante hay una gran calma. ¿Por qué estáis tan temerosos? Aunque puede haber motivo para algún temor, no para un temor como éste. Pueden sospechar de su fe, quienes pueden tener un pensamiento como el de que a Jesús no le importa que su pueblo perezca. ¡Qué imperfectos son los mejores santos! La fe y el temor se turnan mientras estamos en este mundo; pero dentro de poco, el temor será vencido, y la fe se perderá de vista.

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