27-32 La victoria sobre los deseos del corazón debe ir acompañada de dolorosos esfuerzos. Pero debe hacerse. Todo es concedido para salvarnos de nuestros pecados, no en ellos. Todos nuestros sentidos y facultades deben mantenerse alejados de las cosas que conducen a la transgresión. Los que inducen a otros a la tentación del pecado, por medio del vestido o de otras maneras, o los dejan en ella, o los exponen a ella, se hacen culpables de su pecado, y serán responsables de él. Si nos sometemos a operaciones dolorosas para salvar nuestras vidas, ¿qué debe temer nuestra mente cuando se trata de la salvación de nuestras almas? Hay una tierna misericordia bajo todas las exigencias divinas, y la gracia y los consuelos del Espíritu nos permitirán atenderlas.

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