16-23 Debemos vigilar siempre contra los enemigos espirituales, y no esperar que nuestra guerra termine hasta que nuestro trabajo termine. La palabra de Dios es la espada del Espíritu, que debemos tener siempre a mano, y nunca tener que buscarla, ya sea en nuestras labores o en nuestros conflictos, como cristianos. Todo verdadero cristiano es a la vez trabajador y soldado, trabaja con una mano y lucha con la otra. Es probable que el buen trabajo continúe con éxito, cuando quienes trabajan en él, hacen un negocio. Y Satanás teme atacar al cristiano vigilante; o, si es atacado, el Señor lucha por él. Por lo tanto, debemos esperar hasta el final de la vida, nunca posponer nuestra armadura hasta que nuestro trabajo y guerra terminen; entonces seremos bienvenidos al descanso y la alegría de nuestro Señor.

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