10-16 La nube se fue y Miriam se volvió leprosa. Cuando Dios se va, viene el mal: no esperes nada bueno cuando Dios se vaya. Su lengua sucia, como dice el obispo Hall, fue justamente castigada con una cara sucia. Aarón, como sacerdote, fue juez de la lepra. No podía pronunciarla leprosa sin temblar, sabiendo que era igualmente culpable. Pero si ella fue castigada por hablar en contra de Moisés, ¿qué será de aquellos que pecan contra Cristo? Aaron, quien se unió a su hermana para hablar en contra de Moisés, se ve obligado a sí mismo y a su hermana a suplicarlo y a hablar muy bien de él a quien tan recientemente culpó. Aquellos que pisoteen a los santos y siervos de Dios, algún día se alegrarán de hacerles justicia. Está bien cuando los reproches producen confesión de pecado y arrepentimiento. Dichos delincuentes, aunque corregidos y deshonrados, serán perdonados. Moisés hizo parecer que perdonó la herida que le causó. A este patrón de Moisés, y al de nuestro Salvador, quien dijo: "Padre, perdónalos", debemos conformarnos. Se da una razón para que Miriam sea expulsada del campamento durante siete días; porque así debería aceptar el castigo de su pecado. Cuando bajo las señales del disgusto de Dios por el pecado, se convierte en nosotros para avergonzarnos a nosotros mismos. Esto obstaculizó el progreso del pueblo en su marcha hacia Canaán. Muchas cosas se nos oponen, pero nada nos impide el camino al cielo, como el pecado.

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