22-31 El Salvador ahora habla como resucitado de entre los muertos. Las primeras palabras de la queja fueron usadas por Cristo mismo en la cruz; las primeras palabras del triunfo se aplican expresamente a él, Hebreos 2:12. Todas nuestras alabanzas deben referirse a la obra de la redención. El sufrimiento del Redentor fue aceptado graciosamente como una completa satisfacción por el pecado. Aunque fue ofrecido por hombres pecadores, el Padre no lo despreciaba ni lo aborrecía por nuestro bien. Esto debería ser el asunto de nuestra acción de gracias. Todas las almas humildes y graciosas deben tener una plena satisfacción y felicidad en él. Los que tienen hambre y sed de justicia en Cristo, no trabajarán por lo que no satisface. Aquellos que rezan mucho, estarán mucho en acción de gracias. Aquellos que se vuelven a Dios, harán conciencia de adorar ante él. Que cada lengua confiese que él es el Señor. Alto y bajo, rico y pobre, vínculo y libertad, se encuentran en Cristo. Al ver que no podemos mantener vivas nuestras propias almas, es nuestra sabiduría, por fe obediente, entregar nuestras almas a Cristo, quien puede salvarlas y mantenerlas vivas para siempre. Una semilla le servirá. Dios tendrá una iglesia en el mundo hasta el fin de los tiempos. Le serán contados por una generación; Será para ellos lo mismo que para los que fueron antes que ellos. Su justicia, y no ninguna de las suyas, declararán ser el fundamento de todas sus esperanzas, y la fuente de todas sus alegrías. La redención de Cristo es obra del Señor. Aquí vemos el amor y la compasión libres de Dios el Padre, y de nuestro Señor Jesucristo, por nosotros los miserables pecadores, como la fuente de toda gracia y consuelo; el ejemplo que debemos seguir, el trato como cristianos que debemos esperar y la conducta que debemos adoptar. Aquí se puede aprender cada lección que puede beneficiar al alma humillada. Dejen que aquellos que se esfuerzan por establecer su propia justicia pregunten, ¿por qué el amado Hijo de Dios debería sufrir, si sus propias acciones pudieran expiar el pecado? Que el profesor impío considere si el Salvador honró así la ley Divina, para comprarle el privilegio de despreciarla. Que los descuidados tomen la precaución de huir de la ira venidera, y que los temblorosos depositen sus esperanzas en este misericordioso Redentor. Deje que el creyente tentado y angustiado espere alegremente un final feliz de cada prueba

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