1-7 Estamos en el camino del deber y la comodidad, cuando nuestras almas esperan en Dios; cuando nos entregamos alegremente, y todos nuestros asuntos, a su voluntad y sabiduría; cuando nos dejamos a todos los caminos de su providencia, y esperamos pacientemente el evento, con plena satisfacción en su bondad. Vea el motivo y la razón de esta dependencia. Por su gracia me ha apoyado y por su providencia me ha liberado. Él solo puede ser mi roca y mi salvación; las criaturas no son nada sin él, por lo tanto, lo miraré por encima de ellas. Confiando en Dios, el corazón está fijo. Si Dios es para nosotros, no debemos temer lo que el hombre pueda hacer contra nosotros. David, habiendo puesto su confianza en Dios, prevé el derrocamiento de sus enemigos. Hemos encontrado que es bueno esperar en el Señor, y deberíamos cobrarle a nuestras almas que tengan una dependencia constante de él, lo que puede hacernos siempre fáciles. Si Dios salvará mi alma, bien puedo dejar todo lo demás a su disposición, sabiendo que todo se volverá hacia mi salvación. Y a medida que la fe de David en Dios avanza hacia una firmeza inquebrantable, su alegría en Dios mejora en un triunfo sagrado. La meditación y la oración son medios bendecidos para fortalecer la fe y la esperanza.

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