17-19 El Mesías, el Protector y Salvador de la iglesia, es la mano derecha del Hombre de Dios; él es el brazo del Señor, porque todo el poder le es dado. En él está nuestra fuerza, por la cual estamos capacitados para perseverar hasta el final. La vid, por lo tanto, no puede arruinarse, ni puede perecer ninguna rama fructífera; pero los infructuosos serán cortados y arrojados al fuego. El final de nuestra redención es que debemos servir a Aquel que nos ha redimido, y no volver a nuestros viejos pecados.

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