1-3 Cristo mismo es el fundamento de la iglesia, que Dios ha puesto. La santidad es la fuerza y ​​la firmeza de la iglesia. No nos avergoncemos de la iglesia de Cristo en su peor condición, ni de los que le pertenecen, ya que se habla de ella de forma tan gloriosa. Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, incluso Jesucristo. Las cosas gloriosas que habló el Espíritu de Sión fueron todas típicas de Cristo, y su obra y oficios; de la iglesia del evangelio, sus privilegios y miembros; del cielo, su gloria y felicidad perfecta.

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